

Arte en el sur del mundo
Marcos Daniel Leiva Vera
Algunos de los poemas de Marcos
Bering
Que entre gas por mis pulmones temo
Como también que una jauría de icebergs me viole
Y tenga que volver al océano y zambullir la costa de mi nuca
No hay sur ni norte sólo pitido constante de buques en mi espalda
Podredumbre del metal en la franja de mi cráneo
Recoger la galaxia de un muerto con la quijada
abrir las piernas ante la incisión de un colmillo
Exhalando el coral de mis nonatos en la matriz
En el calcinamiento del agua que siempre ahuyenta la belleza
vuelve a postrar la garganta
Hacia un óvulo que arremete en los dedos
Y deshace la muerte ante un ligero salto
Hay un cuchillo que rebana el escroto
Y la llaga succiona la palidez del Hombre
Cae el iglú Que arrulla en la corteza
Una enredadera del cielo
sobarme la lengua cuando machaco
El ártico con mis botas
Ahora mastico el pez que salta entre mis manos
Pegado a la costra de mi leche
pendiendo en las axilas de mi abuelo
Oliendo al sarro de la década en donde el mugido
De las focas nos llevó a desterrar el miedo
De un solo tiro, y así pasa el tiempo
Pude adorar el sumergimiento del dolor
Partiendo la cabeza del oso que devora la luz
Y vomita los sesos por la herida
cuelga su ojo en el ahumado cielo que remolca
La carne entre las branquias del disparo.
pornografía de sangre
Pagando por el agua que no he bebido
Y los colores que superponen mis ojos
Cuando las lágrimas se vuelven piñones
Siempre
Las canas y las llamas
De los perros vagabundos
Escarban el alma
con sus uñas
De arácnidos batallones
lamen cruces con sus huesudas expresiones
Memorias y óvulos rebotan por la sien
Y polillas –cálidas funcionarias de la muerte-
Echan tierra a las sillas eléctricas
con sus bocas de helicópteros
Fantasmas
Con este fusil apunto a los hombres
de ombligos de infiernos abiertos
con el escombro de los montes
abriendo los tímpanos
desértico llamaba
con la laringe de banderas agazapadas
en el verbo
de la indigencia
almacigo de petróleos
sarpullidos en las ciudades
y la amnesia
co
lg
an
do
por la neura de los siglos
lampiñas hojas de té acarician
la cicatriz de américas
y europas
de mi frente
eyaculando canciones
por las glándulas
de su canto
planetario
con cholguanes y diarios
geranios brotan por el fuego
y el hombre atiza escorpiones
cuando escupe cementerios
por sus yemas
todo hombre
todo oro
todo pedazo de piedra
disparado en el abismo
es negro
como alquitrán
en tu mejilla
tajeada por dios
oruga de púas arcaicas/ muerto en el paladar de un buey
arranca de los reinos
la cortinas/ las puertas/ las comidas
sobre la carne
duele
y es negro el acto
de abrir la boca
y vomitar las tripas
para enseñar con el dedo índice
las geografías del miedo
y es negra la aurora del invierno
cuando entra por los poros
como estampida de esfinges y leones
que desgranan el abecedario de los truenos
duele
abrir los mensajes del cielo
y atizbo los mares
que se cobijan
en mi esperma
llovía
llovía
llovía
y sería aquella vez
en que llorar era otra época
y sentir que mis lágrimas eran piñones
nacidas de hielos escondidos/ por mi sangre pornográfica
rodaba yo mismo y abría surco por mis neuronas
hombre mismo para nacer de nuevo.
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