cuatro


Me confieso de no tener puentes ni pies manos ni cabeza
de estar invisible masturvando tus sentimientos
impalpable como el azucar impalpable sin comienzo no muero
ni respiro tus ojos
ni tus canas
ni tu tiempo
ni mi espacio
ni mi cielo
ni mi luz ni tu luz
ni ahora ni mañana ni ayer
ni cuamdo se le ocurra al mundo despertar

Me confieso de no aber sido confeso antes
antes del amaneser de la historia
ke se burla con histeria
de nuestra ecologia ke recicla lo peor para darlo por vendido
me confieso antes ustedes y caigo
y vomito sangre verde
ke reluzca en la consciencia de todos esos monos ke todavía no dan café









Poesia de Marcos Leiva


Marcos Daniel Leiva Vera

(Puerto Varas, 1990.)


Es egresado de Educación Media como Técnico en Atención Social y Recreativa. Participó en el Taller Literario del Poeta Clemente Riedmann en los años 2007 y 2008.

Ha ganado distintos certámenes, desde nivel comunal hasta nacional, entre los que se destaca el Premio Roberto Bolaño en Poesía, categoría Joven 2008; Primer Lugar en el Concurso Creación Literaria Balmaceda Arte Joven 2008; 2° Lugar Concurso de Poesía Gráfica Lluvia de Letras Colegio Santo Tomás de Puerto Montt 2008, entre otros. Ha participado en los encuentros de Riesgo País 2007 y 2008, Sur Itinerante en julio del 2008 e invitado a Copiapó a Descentralización Poética. Mantiene una Antología pendiente junto a otros poetas amigos.

Algunos de los poemas de Marcos

Bering

Que entre gas por mis pulmones temo

Como también que una jauría de icebergs me viole

Y tenga que volver al océano y zambullir la costa de mi nuca

No hay sur ni norte sólo pitido constante de buques en mi espalda

Podredumbre del metal en la franja de mi cráneo

Recoger la galaxia de un muerto con la quijada

abrir las piernas ante la incisión de un colmillo

Exhalando el coral de mis nonatos en la matriz

En el calcinamiento del agua que siempre ahuyenta la belleza

vuelve a postrar la garganta

Hacia un óvulo que arremete en los dedos

Y deshace la muerte ante un ligero salto

Hay un cuchillo que rebana el escroto

Y la llaga succiona la palidez del Hombre

Cae el iglú Que arrulla en la corteza

Una enredadera del cielo

sobarme la lengua cuando machaco

El ártico con mis botas

Ahora mastico el pez que salta entre mis manos

Pegado a la costra de mi leche

pendiendo en las axilas de mi abuelo

Oliendo al sarro de la década en donde el mugido

De las focas nos llevó a desterrar el miedo

De un solo tiro, y así pasa el tiempo

Pude adorar el sumergimiento del dolor

Partiendo la cabeza del oso que devora la luz

Y vomita los sesos por la herida

cuelga su ojo en el ahumado cielo que remolca

La carne entre las branquias del disparo.

pornografía de sangre

Pagando por el agua que no he bebido

Y los colores que superponen mis ojos

Cuando las lágrimas se vuelven piñones

Siempre

Las canas y las llamas

De los perros vagabundos

Escarban el alma

con sus uñas

De arácnidos batallones

lamen cruces con sus huesudas expresiones

Memorias y óvulos rebotan por la sien

Y polillas cálidas funcionarias de la muerte-

Echan tierra a las sillas eléctricas

con sus bocas de helicópteros

Fantasmas

Con este fusil apunto a los hombres

de ombligos de infiernos abiertos

con el escombro de los montes

abriendo los tímpanos

desértico llamaba

con la laringe de banderas agazapadas

en el verbo

de la indigencia

almacigo de petróleos

sarpullidos en las ciudades

y la amnesia

co

lg

an

do

por la neura de los siglos

lampiñas hojas de té acarician

la cicatriz de américas

y europas

de mi frente

eyaculando canciones

por las glándulas

de su canto

planetario

con cholguanes y diarios

geranios brotan por el fuego

y el hombre atiza escorpiones

cuando escupe cementerios

por sus yemas

todo hombre

todo oro

todo pedazo de piedra

disparado en el abismo

es negro

como alquitrán

en tu mejilla

tajeada por dios

oruga de púas arcaicas/ muerto en el paladar de un buey

arranca de los reinos

la cortinas/ las puertas/ las comidas

sobre la carne

duele

y es negro el acto

de abrir la boca

y vomitar las tripas

para enseñar con el dedo índice

las geografías del miedo

y es negra la aurora del invierno

cuando entra por los poros

como estampida de esfinges y leones

que desgranan el abecedario de los truenos

duele

abrir los mensajes del cielo

y atizbo los mares

que se cobijan

en mi esperma

llovía

llovía

llovía

y sería aquella vez

en que llorar era otra época

y sentir que mis lágrimas eran piñones

nacidas de hielos escondidos/ por mi sangre pornográfica

rodaba yo mismo y abría surco por mis neuronas

hombre mismo para nacer de nuevo.